Con estas palabras da comienzo una de las obras más reconocidas de la literatura universal, la historia de un amor forjado a base de sortear los más obstinados obstáculos de la cortesía y el refinamiento que habitaban la campiña inglesa en el siglo XVIII. Un tiempo y un lugar en el que la búsqueda y captura de un buen marido era el único objetivo de las jóvenes señoritas de sociedad.
La llegada de Mr. Bingley, un hombre soltero y muy rico, al vecindario es justo lo que Mrs. Bennet necesitaba y supone el pistoletazo de salida para toda su enrevesada estrategia cuyo único fin es casar a alguna de sus cinco hijas. Los bailes y las visitas de cortesía serán sus principales herramientas de trabajo y la noticia de que muy pronto Meryton, el pueblo más cercano, acogerá a todo un regimiento de soldados durante el invierno no hará más que avivar la llama de la esperanza para las chicas. Pero no todo es lo que parece y no es fácil crearse una primera impresión acertada en un ambiente tan cargado de prejuicios. Los corazones más orgullosos deberán aprender de las circunstancias para ver más allá de lo que muestran las charlas sociales aparentemente intrascendentes.
El retrato que Jane Austen hizo de la sociedad en la que le tocó vivir sigue a día de hoy, después de 200 años, cautivando a miles de lectores en todo el mundo. Seguramente sea por el tono irónico que destila la novela de principio a fin, que nos permite, con la distancia del tiempo, exclamarnos por la absurdidad de los comportamientos y convicciones de antaño. Tal vez también tenga algo que ver el carisma de sus personajes: como la complicidad de Lizzie con su padre en contraposición a la similitud de la madre con la hermana pequeña, Lydia. O igual simplemente se trata del romanticismo que envuelve esa relación que se va gestando entre malentendidos y desatinos. Sea como fuere, lo cierto es que estamos ante una obra que te invita a adentrarte en sus páginas y te va manejando poco a poco hasta que te encuentras inmerso de lleno en la historia de Miss Elizabeth Bennet y Mr. Darcy.
Siendo la primera novela de este estilo que leo, y ya que no soy demasiado aficionada a los clásicos, debo confesar que me ha sorprendido gratamente. Comencé la lectura no muy convencida de si conseguiría terminarla y no solo la acabé sino que me encantó. Me he reído con las ocurrencias de estas gentes tan estiradas, he aprendido muchas costumbres de esa época y mucho inglés (se expresaban de una manera especial que jamás seré capaz de reproducir con naturalidad). También me he indignado con las injusticias y sinsentidos que tenían lugar e incluso me he emocionado con algunos momentos clave de la historia. Toda una sorpresa que tan sólo yo desconocía, no por nada es una de las grandes obras de la literatura universal.
No tengo mucho más que decir sobre Orgullo y Prejuicio que no se haya dicho mil veces ya. Tan solo quería dejar constancia de mi experiencia con esta novela y recomendarla a todos esos despistados que todavía no se han atrevido con ella. De vez en cuando, está bien acercarse a los orígenes y descubrir que, a fin de cuentas, las comedias románticas no cambian tanto con el paso de los siglos.
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